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Reportatge | Turisme Responsable | Mèxic

19-07-2022

Precarietat laboral als Pueblos Mágicos: el cas de Zacatlán

Erick David García González | Alba Sud

La precarietat laboral sembla ser una constant en els destins de turisme convencional, però què ocorre en destins de caràcter rural la fi del qual és impulsar un turisme sostenible mitjançant polítiques públiques? Analitzem el cas de Zacatlán municipi mexicà inclòs en el programa Pueblos Mágicos.


Crèdit Fotografia: Zacatlán. Imagen de Erick García.

(article disponible només en castellà)

En México, se estima que el 55,8% de la población ocupada (31,6 millones de personas) pertenece al sector informal (INEGI, 2022). En el caso de la gente que se dedica al sector turístico esto se hace evidente mediante oficios relacionados con la música, el arte, las artesanías, el guiado o la venta ambulante de productos. Estas personas no cuentan con un ingreso fijo y al no formar parte legalmente de una institución o empresa adolecen de algún tipo de protección médica o laboral (Regalado-Calanche et al., 2021; OIT, 2022).  

Si bien en el trabajo informal en destinos de sol y playa la precariedad se hace evidente (Martínez-Gayo, 2021), poco se ha hecho referencia de esta situación en destinos de carácter rural. Para el caso de México, la Política Pública de Pueblos Mágicos presupone un intento por desarrollar un tipo de turismo de interior que difiera con las pautas negativas del convencional y por lo tanto, gozar de una mejor gestión del ámbito laboral. No obstante, los estudios académicos muestran que, las políticas públicas que se basan en “embellecer” los cuadros principales de las localidades turísticas mediante la inyección de capital privado o público, generanprocesos legitimados por el Estado de gentrificación y acumulación por despojo (Sequera, 2020). Esto parece ocurrir también en los Pueblos Mágicos de México, pues el programa ha incitado al control de los beneficios y del espacio por parte de un grupo reducido de personas en la cabecera municipal de éstas comunidades (Palafox y García, 2018); lo que a su vez ha desfavorecido al sector informal del turismo y ha incentivado la precariedad laboral. Por ello, este artículo se centrará en describir la situación de las personas que trabajan como guías no certificados, así como quienes viven de la venta ambulante y las artesanías en la localidad de Zacatlán de las Manzanas.

Este municipio, ubicado en la Sierra Norte del Estado de Puebla en México, figura como Pueblo Mágico desde el año 2011. El nombramiento trajo consigo procesos de cambio en la dinámica de la cotidianeidad, pues pasó de ser un pueblo donde las actividades principales eran el comercio y la agricultura, a un lugar dónde la oferta de servicios turísticos desplazó la actividad agraria como segunda fuente de ingresos. Esto se refleja al considerar que Zacatlán pasó de tener 30 sitios de hospedaje a más de 140. Además, en la actualidad recibe una media de 350 mil visitantes al año y genera una derrama económica anual por turismo de aproximadamente 300 millones de pesos (superando por más de cien millones de pesos mexicanos a la producción agraria).

El personal de servicios turísticos

En el caso particular de éste Pueblo Mágico, la llegada del turismo conllevó un proceso de adaptación para sus residentes causó descontrol en las regulaciones laborales, provocando que mucha gente que se dedica al sector no contara con un ingreso fijo. Por ejemplo, Florencio [1], un guía que se dedica a dar recorridos a los atractivos naturales como Cascadas Tulimán y Piedras Encimadas, comentó que no cuenta con un sueldo establecido y que “ni de chiste” cuenta con prestaciones de ley como seguro médico, aguinaldo o vales de despensa. “Lo que saco, más o menos el 70% se va para la tour operadora y el resto es para mí”, agregó.

Esto ha propiciado que muchos de los guías incluso tengan otros trabajos, como ocurre con Luisa. “Yo soy profesora entre semana, de hecho, solo trabajo como guía viernes, sábado y domingo; en parte porque me gusta promocionar el patrimonio de Zacatlán y pues además me saco un extra”.  Al tratar de indagar sobre cómo subsisten sus colegas, comentó que, por ejemplo,“durante la crisis de la COVID-19 pues me mantuve con mi sueldo fijo de profesora… pero muchos de mis compañeros la vieron muy difícil, algunos de ellos tuvieron que pedir préstamos y otros no tenían ni para la renta y tuvieron que irse y buscar otro trabajo en la ciudad de Puebla o en Ciudad de México”.

Imagen de Erick García.

La precariedad laboral también se manifiesta en el sector hotelerode Zacatlán. Marina, trabajadora de un hotel del centro, ha vivido en carne propia el sueldo bajo, horas de trabajo excesivas, cubrir otras áreas por falta de personal y la falta de prestaciones legales. Explica como le“pagan 800 pesos a la semana, nada de prestaciones, no hay contrato, todo es de palabra”. Respecto al horario, Marina narra como “al principio te dicen que tu horario es de 8 horas… pero la verdad es que siempre es turno de a veces hasta 16 horas”. Finalmente añade que “supuestamente era camarista, pero estaba en lavandería, recepción, y en donde se necesitara. Una vez se enfermó el velador y lo tuve que cubrir, ese día trabajé 24 horas seguidas y no me pagaron nada extra”. El exceso de trabajo ha tenido consecuencias para su salud física. Así,expone cómo “al no haber elevadores, hay que subir y bajar la ropa de cama por las escaleras, son kilos y kilos de ropa y pues ya me lastimé un brazo, tengo que tomar pastillas para el dolor los días más pesados para aguantar”.

La situación parece no diferir para el sector operativo de alimentos y bebidas. Brenda, que trabaja como cocinera, comenta también que las jornadas son extensas y cansadas: “hoy trabajé como 16 horas, casi siempre es así, sobre todo los fines de semana o puentes”. Mariano, por su parte, menciona que “ser mesero es muy matado, el sueldo es mínimo y pues de donde más sacas es de las propinas… pero pues dependes mucho de si hay turismo o no para salir con los gastos”.

Ambulantaje y control del espacio

Elcontrol por el espacio público del primer cuadro de la cabecera municipal es un problema que ha afectado principalmente a vendedores ambulantes. Al considerar que su presencia afecta la imagen urbana, las autoridades han decidido que deben tramitar un permiso especial de venta en sitios preestablecidos por el ayuntamiento. Dicho permiso, aparentemente, sólo se otorga a vendedores específicos. “Tienen que estar registrados y hacer sus trámites para poder vender, no cualquiera lo puede hacer, de hecho, hay un comité que les da permiso de que puedan andar vendiendo sus productos”, relata Darío, quien trabajó por dos años en el ayuntamiento municipal.

Para tener un espacio fijo en el centro, los vendedores ahora deben pagar una cuota fija mensual al ayuntamiento. El espacio consiste en una réplica del exconvento franciscano, de aproximadamente 9 m², “para las casitas (refiriéndose a las réplicas) tienen que sacar un permiso y tienen que pagar. Apenas estaba viendo que los rentan y los precios van arriba de $5000 pesos al mes. Si tienes para pagar eso ya la hiciste, pero si no, ¿qué haces"> 



 

 

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